…“porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida,
y pocos son los que la hallan”.
El camino que conduce a la vida está escrito en tu Palabra.
Los nombres de tus Profetas y Apóstoles nos preceden, y sus
vidas son ejemplos de ese recto caminar, que conduce a la salvación.
La puerta es estrecha, pues estrecho es el camino; mas tanto el camino
como la puerta son luminosos, pues el que nos guía y conduce eres Tú mismo,
Oh Dios mío, y Tú eres nuestra Luz.
En ti y sólo en ti está la salvación, y fuera de ti, nada hay…
Lejos de ti está el ancho mar, furia, caos, angustia y soledad…
Lejos de ti está la mente perversa, las ideas de mal, descalabro total…
Lejos de ti está todo lo perverso, nefasto placer que produce muerte,
veneno que condena el alma inmortal…
Pues no hubo, ni siquiera uno de nosotros, que no navegara a la deriva
en este ancho mar…
No existió, ni siquiera uno de nosotros, que no se dejara enredar en los
lazos de su turbia mente mortal…
No fue hallado, ni siquiera uno de nosotros, que no se dejara atrapar
por la lujuriosa vitrina de este mundo infernal…
Por valle de sombra profunda, camino espacioso y puerta ancha conduje
mi vida, oh Dios mío.
Y de ti me alejé, y en mí no encontré nada, solo impotencia y derrota…
Más de mí, Tú en tu misericordia, te has acordado…
Me has considerado por un minuto, Tú, que me formaste y me conociste
desde antes que naciera, te has apiadado de tu siervo.
Y con un soplo de tu Santísimo Espíritu me has vivificado y tu palabra
me ha conducido nuevamente al camino de la vida.
Porque Tú, pusiste en mí, tanto el querer como el hacer, y Tú, que has comenzado la
buena obra en mí, la completarás hasta el Día en que regrese Nuestro Señor Jesucristo.
¡Por tus misericordias, gracias te doy, oh Dios mío!
¡Tus misericordias se renuevan cada mañana!
¡Tu mano nunca se ha apartado de mí y siempre me has cuidado!
¡Gracias Señor por tanto! …y perdón por tan poco…
Tú, has puesto en mi corazón el buscarte solícitamente.
Y me has dado esta promesa: “…y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón”.
“Busquen a Jehová con todo vuestro corazón hermanos míos. Él se dejará hallar
si vosotros vais a Él con un corazón contrito y humillado. Jesucristo, nuestro Señor,
nunca rechazará un corazón sincero”. Amén.
F.D.A.P.